En este sentido el relato terapéutico es un relato escrito al revés. Es por lo que la cultura terapéutica privilegia paradójicamente el sufrimiento y el traumatismo. El relato terapéutico de la realización del yo sólo puede funcionar si identifica el obstáculo – lo que impide ser feliz, lo que incomoda de la intimidad, lo que impide triunfar – y explica este obstáculo haciendo referencia a un acontecimiento del pasado. Como resultado de ello tenemos que comprender nuestra propia vida como una disfuncionalidad generalizada, precisamente con el fin de poder superar dicha disfuncionalidad.
E. Illouz: Les sentiments du capitalisme. Paris, 2006, pag. 100
La naturaleza misma del Malestar en la cultura, o sea lo que para Freud era el precio inevitable del vínculo social – que se puede realizar solamente renunciando a la satisfacción pulsional a favor de la relación con el otro – ha cambiado. El imperativo paradójico: “Debes ser como tu padre/no debes ser como tu padre” es sustituido por el sadiano y perverso “Debes gozar” con la consiguiente exaltación del impulso al consumo del objeto-gadget. El discurso del Amo que era como Lacan llamaba a la forma hasta ahora vigente de relación social basada en la renuncia pusional, sería sustituido por el discurso del capitalista y por la celebración del consumo. La sociedad disciplinar habría dejado paso a la afirmación ilimitada del poder real del mercado, con una subsiguiente vivencia de vacío real y de inexistencia: lo que hoy hace sufrir es el sentido de irrealidad, el anonimato, la percepción de un vacío inextinguible que exaspera la necesidad de llenarlo mediante el consumo. Anorexia y bolumia representarían el paradigma de una búsqueda de identificación mediante la homologación bajo una marca anónima, y con una renuncia pulsional apriorística, efectuada bajo la forma aparentemente contraria de un disfrute ilimitado de objetos que anularían todo deseo.
M. Recalcati. Patologie nella rincorsa al gadget che segna i nostri bisogni la risposta al senso di irrealtà e di vuoto responsabili, tra l’altro, dei piu diffusi disturbi alimentari.
Gracias a su generosidad, muchas otras autoridades de la conducta humana, ingenieros del alma humana, han transformado su modo de trabajar, sus estilos prácticos. Esta generosidad de los 'psi' reposa tan sólo en una condición: que estos otros técnicos del psiquismo adopten el lenguaje terapéutico, las técnicas terapéuticas, las normas terapéuticas, sus valores y objetivos. Esta transformación terapéutica ha proporcionado a su autoridad un tipo de fisonomía ética. Ya se trate de un trabajador social, de una enfermera, de un funcionario de prisiones, de un vigilante de prisiones, estas autoridades pueden entender su autoridad como una forma de ayudar a los demás. Y en buena medida la significación de lo terapéutico para estas autoridades consiste en que, al proporcionarles un tipo de base ética para su trabajo, a la vez "autoriza" a la autoridad, le
proporciona una base que es algo más que el simple poder bruto o la dominación. Convierte a este poder en democrático y terapéutico, en algo beneficioso para aquellos sobre los que se ejerce y, por tanto, en una vocación virtuosa para aquellos que lo ejercen.
Nikolas Rose, Terapia y Poder: Techné y Ethos, Archipiélago n.76, 2007.
Estamos en una crisis generalizada de todos los lugares de encierro: prisión, hospital, fábrica, escuela, familia. La familia es un 'interior' en crisis como todos los interiores, escolares, profesionales, etc. Los ministros competentes no han dejado de anunciar reformas supuestamente necesarias. Reformar la escuela, reformar la industria, el hospital, el ejército, la prisión: pero todos saben que estas instituciones están terminadas, a más o menos corto plazo. Sólo se trata de administrar su agonía y de ocupar a la gente hasta la instalación de las nuevas fuerzas que están golpeando la puerta. Son las sociedades de control las que están reemplazando a las sociedades disciplinarias.
Deleuze, Postscriptum a Las sociedades de control.
(…) la democracia no es autogestión efectiva, sino que toma las formas de una terapia política generalizada. Una sociedad con un potencial autoritario mayor y más eficaz que ninguna otra en la historia. Con una enorme capacidad para manipular las conciencias hasta el nivel de la formación del aparato psíquico y del sistema de necesidades. Capaz de controlar la rebeldía a través de la manipulación del consumo y las necesidades.
Carlos Pérez Soto, Para una crítica del poder burocrático: Comunistas otra vez.
«La consigna de todos los despotismos era: "No harás esto o lo otro". La voz de mando de los totalitarios era: "Harás esto o aquello". Nuestra orden es: "Eres"». [O'Brien, hablando del Partido].
George Orwell, 1984.
El cuadro inmunitario dentro del que se ubica este proceso general de superposición entre práctica terapéutica y ordenamiento político es hasta demasiado obvio: para devenir objeto de “cuidado” político, la vida debe ser separada y encerrada en espacios de progresiva desocialización que la inmunicen de toda deriva comunitaria.
ESPÓSITO, R., Immunitas. Protección y negación de la vida, Amorrortu, Buenos Aires, 2005, p.199.
El Estado contemporáneo ya no es capaz de prometer el Estado social, y sus políticos ya no repiten la promesa. Antes bien, sus políticas auguran una vida todavía más precaria y plagada de riesgos, que requiere muchos ejercicios sobre la cuerda floja, al tiempo que torna casi imposibles los proyectos vitales. Apelan a los electores para que sean «más flexibles» (o sea, para que se preparen para las cotas aún mayores de inseguridad que están por llegar) y para que busquen individualmente sus propias soluciones personales a los problemas socialmente producidos.
BAUMAN, Z., Vidas despercidiadas, Paidós, Barcelona, 2005, p.118-119.